Nuestros Cargos Públicos
Ayer tomaron posesión nuestros nuevos cargos públicos. Son impresionantes las ganas que tienen algunos ciudadanos por “prestar servicio” a la sociedad, sabiendo de antemano que tanto las Comunidades Autónomas como las Corporaciones Locales están “en las últimas”, por no decir absolutamente arruinadas y qué gestionar en estos momentos es una auténtica aventura.
Desde el día 23 de mayo han tenido lugar las reuniones de rigor para ver como se reparten los “sillones” en cada una de estas corporaciones. ¿Qué primará en estos acuerdos, el bien común o su propio interés?
No debemos olvidar nunca que la sociedad está orientada hacia el bien de las personas que la forman: «La sociedad es para las personas, no las personas para la sociedad«. Que la estructura política que unifica una sociedad es el Estado, el encargado de hacer realidad ese bien común con la cooperación de todos los ciudadanos. Decía Maritain respecto al Estado: «Aquella parte del cuerpo político cuyo peculiar objeto es mantener la ley, promover la prosperidad común y el orden público y administrar los asuntos públicos«. ¿Tienen esto claro todos nuestros cargos públicos que tomaron posesión ayer?
Durante los años de bonanza, se han dedicado a realizar grandes inversiones faraónicas, algunas de ellas sin motivo aparente, que nos obligan hoy a mantener gasto corriente por encima de lo deseado y por tanto menos margen de maniobra a la hora de diseñar los presupuestos futuros.
¿ Cómo me recuerdan a los cargos públicos de las Magistraturas Romanas durante la República? Igualito. El cargo se desempeñaba de forma gratuita, incluso en algunas ocasiones gravoso para ellos. Es cierto que gozaban también de ciertos servicios gratuitos. Con respecto a la responsabilidad, no podían ser demandados durante el mandato, pero al salir, además de jurar haber cumplido legalmente con sus obligaciones asumían la responsabilidad por los actos lesivos realizados. Vamos, como ahora. Destrozan una ciudad o una comunidad, la dejan absolutamente arruinada y se van “de rositas” sin nada que hacer y encima con un sueldo, si no vitalicio, casi, que asusta.
Y tadavía hay quien dice que están muy mal pagados y que esa es la razón por la que no entran personas más válidas en la vida pública. ¡Vamos, hombre!
Hay que decir que no todos los políticos son así. Julio Anguita, hace más de 7 años renunció por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como ex-parlamentario, argumentando que “con la pensión que le correspondía como maestro tenía bastante”.
Un verdadero ejemplo.
Foto: extremaduraprogresista.com
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