La visita del Papa
No deja de sorprenderme la agresividad dialéctica que existe en nuestro país. Sobre cualquier tema. Estamos en la España del prohibido. Prohibimos fumar, aun cuando no nos moleste porque los fumadores lo hacen lejos de nosotros; pero nos molesta que lo hagan hasta en la calle. Prohibimos los toros en Cataluña, con lo fácil que es no asistir si no te gusta y dejar que los demás ejerzan su libertad individual. Prohibimos incluso acompañar al Papa en su visita a España. Pero ¿cómo es posible que se ningunee de esta forma a un Jefe de Estado, líder espiritual de cientos de millones de personas en todo el mundo? En ningún país del mundo se le ha hecho un vacío tan grande, por parte de las autoridades, a una persona que representa unos valores tan universales.
Parecerá que soy un católico practicante por mi párrafo anterior. Pues no, lo más lejos de la realidad, pero por fortuna intento tener un poco de sentido común y eso me dice que el gobierno español se ha hecho un flaco favor a sí mismo, si pensaba que, al alejarse de estos actos religiosos como si se tratase de una enfermedad pegadiza, su cesta de votos aumentaría.
El laicismo que se está imponiendo en nuestro país, y la persecución de todo lo religioso, sobre todo lo católico, al que se ha referido el Papa, es algo que ve cualquier ciudadano. Yo tuve la gran suerte de cursar todo mi bachillerato en un colegio privado que dependía de un episcopado, por tanto la educación que recibí fue claramente religiosa y de muy alto nivel en cuanto a lo académico, por cierto. Hoy me situo en un entorno liberal (el que derivó de la Ilustración y la revolución Liberal de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX) y no soy un católico practicante, pero tengo un respeto absoluto por los que lo son y por los que no lo son.
Me gustaría que empezásemos a respetar más la libertad individual de todos los ciudadanos. En todos los ámbitos de la vida. Seguramente nos iría mejor.
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